Desde fuera: fútbol ¿el opio o la oportunidad?, por Valentín Fina Oviedo

Ya comenzó de manera completa, por decirlo de alguna manera, la temporada de fútbol profesional. La competición nacional inició hace 3 semanas, pero como que estábamos desperezándonos. Pero este martes y miércoles ha empezado al Liga de Campeones de Europa, la Champions.

Y ahora como que sí, como que oficialmente estamos en temporada de fútbol.  Esto es una buena noticia para muchos, incluido quien les habla, pero para otros no. Y argumentos no les faltan, aunque quizás no los comparta.

Para muchos, el fútbol es el nuevo opio de los pueblos. Y esto se hace más patente, según esta teoría, una vez que las grandes ligas europeas, comenzando por Inglaterra y pasando, cómo no, por la española, ya no solo jugaban los fines de semana, sino que ahora una jornada de liga se disputa de viernes a lunes.

A esto hay que sumarle las competiciones europeas. La Champions se juega los martes y miércoles, y la Uefa Europa League los jueves. Así, tenemos todos los días de la semana fútbol.

La teoría va de que esto es un plan urdido por esas manos que mueven los hilos al más alto nivel, dándole un circo a los incautos y así hay menos atención en los problemas reales de la sociedad.

Si bien esto puede ser cierto, y para muchas personas lo es, yo lo agradezco. Qué quieren que les diga. Ojo, no descarto que sea un plan muy bien elaborado y entramado que tiene como fin seguir como borregos a unos colores y un deporte y, de esta manera, desviar la atención. Pero creo que de ser así la jugada no les ha salido del todo bien, y me explico.

En primer lugar, porque hay gente más inteligente que yo y que, en efecto, se ha dado cuenta de este presunto plan y permanentemente lo expresan. En esta era de redes sociales, acallar esas voces es utópico, con lo cual hay varias tribunas lo suficientemente fuertes y amplias, y de pensamiento libre, en las que no caen en el juego macabro del fútbol. O, mejor, dicho, en el negocio en el que se ha convertido y que ha sido utilizado para embobarnos.

En segundo lugar, porque son 2 horas a la semana y los afortunados cuyos equipos estén jugando en Europa, 4. Somos pocos los que vemos varios partidos de fútbol al día, porque trabajamos, tenemos nuestras obligaciones, hemos de comprar la comida, pagar los servicios, y un largo etcétera. Formamos parte de una sociedad y ser ermitaño se hace muy difícil, con lo cual estamos relativamente conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor. Sinceramente no creo que 2 horas de fútbol me alejen en demasía de la situación del país.

Por el contrario, agradezco tener al menos esas 4 horas en mi caso de entretenimiento en algo que me gusta, que disfruto y que me aleja de pensar en algunos agobios del día a día. Además, esto es siempre una opción: no nos obligan a ver el fútbol o si quiera la tele: veo lo que quiero ver, y si no, pues cambio de canal o apago el aparato.

Y tercero y más importante: creo que representa una grandísima oportunidad para enseñar especialmente a los niños los valores del deporte. En un país como España, en el que las categorías inferiores están impregnadas de violencia, generalmente generada por los padres, que los niños vean a sus estrellas competir al más alto nivel y hacerles entender todo lo que está detrás de esto es una incuestionable oportunidad, siempre desde el crecimiento integral, esto es deporte y educación.

Hay que recordar que el fútbol profesional es sólo el 2 % de lo que realmente se juega en el mundo. Es decir, los mortales como nosotros representamos el 98 % de este movimiento. Hacerles conscientes a nuestros niños de esta realidad, es decir, que pueden llegar al profesional, pero que es lo menos común y que por ende hay que estudiar para poder tener una carrera y desarrollarse en la vida.

Por eso considero que enseñar a los pequeños los valores de deportividad, trabajo en equipo, disciplina, sacrificio, responsabilidad y disfrute del juego - porque no podemos perder nunca de vista que es eso, un juego- es una valiosísima oportunidad.

Seré un eterno consumidor de este opio llamado fútbol, ya lo saben ustedes. Pero esto no me aleja de mi realidad como ciudadano y más bien al contrario: esa distracción hace que luego me centre en los problemas cotidianos y quiera lidiar con ellos con más fuerza y disposición. Y a nuestros niños, que sigan disfrutando y aprendiendo, tanto los valores del deporte como de prepararse para tener un futuro mejor.