El Consejo Europeo propone crear centros de migrantes fuera de la UE

La idea de crear un gran campo de refugiados y migrantes a las puertas de la Unión Europea gana peso en Bruselas. El Consejo Europeo, que representa a los Estados miembros, ha incluido esta propuesta como parte de la discusión que los jefes de Estado y de Gobierno mantendrán la próxima semana en Bruselas. Es la primera vez que esta controvertida iniciativa para alejar a los extranjeros irregulares del bloque comunitario traspasa la barrera de la mera discusión informal entre Estados. De momento se trata de un borrador que puede sufrir modificaciones durante la negociación entre los países miembros.

“El Consejo Europeo apoya desarrollar el concepto de plataformas regionales de desembarco, en cooperación estrecha con Acnur y OIM [Organización Internacional para las Migraciones]. Esas plataformas deberían permitir procedimientos rápidos para distinguir entre migrantes económicos y aquellos que necesitan protección internacional, de manera que se reduzca el incentivo a embarcarse en viajes peligrosos”, asegura el documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS.

Establecer campos para acoger a los refugiados en un país ajeno a la Unión Europea —bajo la responsabilidad directa de sus instituciones— se ha contemplado en varias ocasiones para desatascar el crispado debate migratorio. A principios de mes, el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, aseguró que la medida se estaba discutiendo, particularmente con Austria y Alemania. De prosperar, se trataría de firmar un acuerdo con un país extranjero (en el norte de África o en los Balcanes) que se comprometiese a aceptar el desembarco de todos los migrantes y refugiados que viajaran a la Unión Europea de manera irregular por el Mediterráneo. Esa fórmula ha despertado hasta ahora muchas dudas legales entre los expertos de la UE porque supone establecer un ámbito de jurisdicción europea fuera del territorio de los 28 Estados miembros.

Las instituciones comunitarias se harían cargo de garantizar las condiciones de esa plataforma, desde la que trabajadores del club comunitario procesarían las solicitudes de los extranjeros para dilucidar quién tiene derecho al asilo y quién no. Los que reuniesen las condiciones serían transferidos a suelo europeo y los que no se enfrentarían a un proceso de expulsión, sin llegar a alcanzar nunca territorio comunitario. Eso desincentivaría los viajes y reduciría las muertes en el mar, confían los promotores de este plan. En algunos círculos diplomáticos se menciona a Egipto, más que a Libia, como posible ubicación de esa plataforma. Entre otros motivos porque hay un Gobierno que controla el territorio y que podría garantizar el cumplimiento de ese trato.

La propuesta llega en un momento de máxima presión política en Alemania e Italia por las políticas de migrantes y refugiados. Tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el Gobierno italiano, liderado por una coalición populista, necesitan concluir la cumbre europea de la próxima semana con resultados concretos que exhibir en su país. Especialmente Merkel, a la que su ministro del Interior y socio bávaro de coalición, Horst Seehofer, amenaza con aplicar una medida unilateral —frenar en la frontera a los demandantes de asilo que lo hayan solicitado en otro Estado de la UE— para reducir las llegadas.

Como salvavidas a Alemania para que apacigüe su batalla interna, el texto de conclusiones del Consejo también resalta que los llamados movimientos secundarios (por ejemplo, los de personas que han solicitado el asilo en España pero se desplazan a Alemania en busca de mejores oportunidades) “ponen en riesgo grave la integridad del sistema de asilo”. Con ese convencimiento, el Consejo insta a los Estados miembros a adoptar “todas las medidas legislativas y administrativas que sean necesarias para combatir esos movimientos y a cooperar estrechamente entre sí”.

Fuentes diplomáticas aseguran que aún no han tenido tiempo de discutir la propuesta presentada por la institución que preside Donald Tusk. La Comisión Europea, algo incómoda con este planteamiento, ha negado por el momento que la idea esté madura. “No ha habido discusión sobre eso”, ha asegurado el comisario europeo de Migración, Dimitris Avramopoulos. A continuación, no obstante, ha añadido: “Si se plantea la propuesta, la estudiaremos”.

Respaldo de la ONU

Mucho más claramente se manifestó hace unos días el enviado especial de Acnur para los refugiados en el Mediterráneo, Vincent Cochetel. En una entrevista con la agencia de noticias France Presse, este responsable empleó exactamente el mismo término que ensaya ahora el Consejo al hablar de posibles remedios. “Los países europeos del Mediterráneo deben asumir su parte de responsabilidad, pero los del norte de África también. Todos los Estados deben cooperar para poner en marcha plataformas de desembarco”, aseguraba Cochetel, aunque también matizaba que esta obligación no tiene por qué comportar que esos países terceros se hagan cargo de los migrantes, solo que colaboren para desembarcarlos.

La institución comunitaria cree contar con el respaldo más o menos explícito de Naciones Unidas en este terreno. No es casual que en el borrador aparezcan citados dos organismos de la ONU como posibles socios en el proyecto. La UE ya coopera con Acnur y la OIM para fomentar los retornos voluntarios de migrantes atrapados en Libia a sus países de origen. Los resultados son, de momento, modestos. Pero toda la política comunitaria se centra ahora en evitar las llegadas. La primera muestra de ese giro fue el acuerdo firmado en 2016 con Turquía para que este país frenara el tránsito de personas —en ese caso eran mayoritariamente refugiados— hacia las costas griegas.